No hace ni una semana que el otoño ha comenzado pero lo ha hecho con fuerza. Ahora mismo llueve en Barcelona. Es extraño, no debe llover ni veinte días en todo el año en esta gris ciudad. Esto causa en días como hoy no sepa que hacer y no es que me falten proyectos sino que una sensación de apatía y desidia me invaden, me inutilizan, me consumen.
Me siento frente al ordenador y el tiempo discurre despacio, lento, gris, plomizo como el cielo que cubre mi horizonte.
Es deprimente. Lo peor es que, a causa de la inactividad, no hago má

Encuentro un refugio escribiendo, un techo, un pequeño descanso... no más de quince minutos antes de volver a mi soporífero estado de astenia sin motivo.
Reviso mi e-mail, una vez y otra, visito las mismas páginas recurrentemente. Decenas de libros, ayer interesantísimos, hoy lucen como la peor de las lecturas.
Son las 19:27... espero con ansía lo único que puede hacerme despertar, volver a sentir la vitalidad dentro de mí. Una motivación, un sol, un ángel si quieres... Espero impaciente, confiando en minimizar el daño, traducido en tiempo, que provocan estos días en mi.
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